Quizás, de entrada ya esté mal la pregunta. ¿Cuánto es dormir demasiado? Sí, bueno, doce horas... once, diez. Aunque dependerá del tiempo que lleves trabajando o sin dormir de antemano, de la profundidad del sueño, etc. [Cosas que veremos más adelante... ¡tenía un gráfico y todo!] Creo que la pregunta adecuada sería ¿aprovechamos de veras los sueños? El inconsciente, toda la información que dejábamos por atender o de la que no sabemos que estamos preocupados. ¿Aprovechamos el inconsciente revelador? Yo creo que no.
La sociedad no sabe qué sueña, no sabe con qué duerme. La mayoría tienen otras preocupaciones más importantes como levantarse temprano en su rutina en la que incluye un desayuno de media poco equilibrado y sino están más preocupados por la resaca que por lo que han soñado.
Yo, si bien es cierto que no recuerdo todo lo que sueño, sí que hago ejercicios de memoria para recordarlo. O, no sé cómo, se me salta el chip de levantarme si lo veo premonitorio o -símplemente- suficiente interesante como para escribirlo posponiendo mi sueño. No es algo que pueda hacer mucha gente, el dedicarle tiempo real a dormir, a soñar... juraría que nadie podría afirmar que trabaja en sueños salvo un escritor o un director, e incluso, más increíble, un músico. Al fin y al cabo cogemos todas las ideas, imágenes o melodías que hay en nuestra cabeza, se mezclan en un batiburrillo no tan aleatorio pero en cualquier caso desconocido o que ignorábamos y nos lo trae el subsconsciente a la memoria. Si bien la mayoría de la gente disfrutaría de esos momentos de forma tan automática como salen de fiesta... sin pensar o sin plantearse mucho las cosas, quien tiene práctica en este campo, es capaz de soñar cosas que creería inimaginables. Entrenar los sueños lúcidos es todo un reto, y para conseguirlo solo haría falta dormir más... pero, entonces, ¿estaremos durmiendo demasiado?
No. La respuesta es clara: deberíamos soñar más.
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