Tienes que aprender a decir que NO a aquellas personas que quieras a aquellas cosas que te duelen en el alma.
Tienes derecho a defender tu bienestar, a explicarte y dejar explicar lo que turbia las aguas.
Y tienes el deber de transmitir lo que sientes con palabras, con caricias, con gestos (siendo éstos más importantes que los primeros).
Tienes la necesidad de intentar escuchar a tu cuerpo, pero el derecho de hacer caso al corazón. A veces el cerebro te juega malas pasadas, dice lo contrario de lo que siente y, a veces, como eres estúpido, tú vas y te lo crees.
Tienes que aprender a vivir bien haciendo las cosas mal; aprende de tus errores porque solo tus consecuencias sobrevivirán a tus actos.
Y quiere, quiere mucho, quiere hasta que te duela, porque sino no sabrás lo que es el amar de verdad.
Y lo último y más importante. Perdona y aprende a ser perdonado. A veces se nos olvida el por qué se nos ha perdonado y cometemos los mismos fallos. Que eso no te vuelva a pasar, no más de dos veces por lo menos.
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